Moshe Feiglin es un político israelí de la coalición Likud que representa el ala más extrema (y peligrosa) dentro del partido conservador israelí. Todas sus ideas son realmente repugnantes: alabó al régimen nazi ("un régimen ejemplar con un sistema judicial apropiado", dijo) y al propio Hitler ("un genio militar incomparable"), es partidario de cerrar las embajadas de Alemania, Austria "y otros países antisemitas" y de que la religión juegue un más importante papel en el ámbito público.
Durante las últimas semanas del 2008, Feiglin adquirió cierta relevancia en Israel y en el panorama internacional. En las primarias del Likud celebradas el 8 de diciembre del año pasado, quedó en el puesto número 20 en la lista que presentará su partido para las elecciones generales israelíes que se celebrarán el 10 de febrero de este año.
En 1995, en una entrevista con el periódico Ha’aretz, Feiglin describió al dirigente nazi, Hitler como un “genio militar” y un gran constructor de naciones:
“Hitler era un genio militar sin parangón. El nazismo transformó a Alemania desde un estatus de inferioridad a otro fantástico a nivel ideológico y físico. El harapiento e insignificante joven cuerpo se convirtió en una limpia y ordenada parte de la sociedad y Alemania recibió un régimen ejemplar, un sistema judicial y de orden público adecuados. Hitler disfrutaba con la buena música. Pintaba. No eran una panda de matones. Simplemente se servían de matones y homosexuales”.
En la misma entrevista, Feiglin trató de dar un buen aspecto al racismo. “No puede haber duda de que, en cierto sentido, el judaísmo es racista. Y cuando se afirmaba en las Naciones Unidas que el sionismo era racista, no encontré muchas razones para protestar. La gente que adopta el racismo lo hace para distinguir entre las razas, y esa es una distinción-deber muy primitiva, el sostener que el sionismo es racista”.
En 2001, Feiglin instó a George W. Bush a combatir e intentar destruir la religión del Islam, sosteniendo que sin liquidar el Islam, USA no podría ganar la guerra contra el terror.
“USA nunca admitirá que está inmerso en una guerra de culturas, en realidad en una guerra religiosa… USA nunca lo aceptará y, por consiguiente, no podrá combatirlo. Igual que los israelíes. Falla al identificar al enemigo. Buscan a los terroristas como hace Sharon, persiguiéndoles individualmente. Están buscando a las avispas en lugar de destruir los nidos. Tienen miedo de una confrontación real entre sus valores y los del Islam”.
Pero Feiglin no llegó a completar sus consejos a Bush sobre cómo exterminar a 1.500 millones de seres humanos.
Feiglin proclama que “no existe la nación palestina. Hay sólo un pueblo que habla árabe que se ha identificado de repente a sí mismo como pueblo, una negación de los parásitos del movimiento sionista. El hecho de que no lo hayan hecho antes sólo sirve para probar lo inferiores que son. Los africanos tampoco tienen naciones. Sólo zulúes, tutsis…”.
En cuanto a cómo abordaría el problema palestino en caso de que se convirtiera en Primer Ministro de Israel, Feiglin revela sus viles planes sin pestañear.
Según su página en Internet Manhigut ha’Yeahudit (liderazgo judío), abordaría la cuestión palestina ordenando “la total interrupción de los servicios de agua, electricidad y comunicaciones” a los cuatro millones de palestinos en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este (también las comunicaciones, para que el proceso de exterminio pueda desarrollarse tan sigilosamente como sea posible, para que las víctimas no pudieran comunicar el espanto de la carnicería masiva al mundo exterior). Y cualquier ataque sobre un objetivo israelí supondría “la conquista de la zona cuyos residentes instigaron la violencia, su deportación y la destrucción de toda la infraestructura del área”.
Sobre cómo piensa él que habría que tratar a los palestinos que protestaran, Feiglin dice: “Ordenaría que se redujera el presupuesto de defensa en un 30% retirando toda la munición anti-protesta que no fuera letal, como las balas de caucho y el gas lacrimógeno".
“La munición no letal, que tiene por objeto evitar víctimas al enemigo, va contra la esencia misma del ejército, y deberá destruirse en ceremonias obligatorias que se llevarán a cabo en todas las bases militares”.
“Sin embargo, finalmente”, dice Feiglin, “todos los palestinos, incluso los más dóciles, tendrán que emigrar a sus ‘otros países’, e Israel ayudará, hasta donde se pueda, a cualquier árabe que desee hacer eso”.
En una entrevista de prensa publicada el miércoles 10 de diciembre pasado, sugirió que el gobierno de Israel pagara la suma de US$ 250.000 a cada familia palestina que quisiera emigrar.
La locura genocida de Feiglin va mucho más allá de la contemplada destrucción de la comunidad palestina mediante una combinación de asesinatos masivos y emigración forzosa.
Su primera acción tras convertirse en Primer Ministro, como se citaba en el periódico Ha’aretz, sería convocar a su gobierno para que fuera a orar y dar gracias en la explanada de la Mezquita de Al Aqsa en Jerusalén.
En los siguientes cien días, anunciaría la retirada de Israel de Naciones Unidas, el cierre de sus embajadas en Alemania y otros países anti-semitas y cambiaría el año escolar ajustándolo a las líneas del calendario hebreo.
Este, dijo, sería el primer paso para tener “el latido del estado judío según el reloj judío en lugar del cristiano”.
Moshe Feiglin tiene una plataforma política basada en 5 puntos: educación judía para cada niño, valores familiares judíos, seguridad (Conoce a tu enemigo y gana), sistema judicial que represente los valores judíos y cero tolerancia a la rebelión árabe.
A pesar de que el jefe del Likud, Benjamin Netanyahu, trató en vano de poner trabas a su carrera política, Feiglin se afianzó en el partido y ayudó a muchos miembros del ala “dura”, adversarios de hacer concesiones a los palestinos y a Siria, a estar bien colocados en las listas para ser elegidos diputados.