www.elfarodeceuta.es, www.elfarodemelilla.es
El paso del tiempo sepulta en ocasiones el patrimonio no sólo artístico, sino también el intelectual. La sabiduría de personajes que, por la ausencia de testimonios más definidos, caen en el olvido de la sociedad a la que tanto contribuyeron con sus conocimientos. Es el caso de Abu Lahsan Achcharrri, sabio de finales del siglo XII y principios del XIII y fundador de la primera madrasa de la ciudad (Ceuta).
Abu Lahsan Alí Ben Mohamed Ben Alí Ben Mohamed Ben Yahya Ben Yahya Ben Abdelá
Ben Yahya Ben Yahya Al Gafiki Achcharri -nacido en Ceuta en el día 5 del mes de
Ramadán del año 1176 d.C., año 571 en el calendario musulmán- “es originario de
una comarca de Murcia conocida por aquel entonces como Charra, posiblemente un
pueblo”, señala Hamed Liazid, imam de la mezquita Sidi Embarek e investigador de
esta figura histórica.
Liazid relata que su familia abandona la península, sus padres y hermanos, y llega en el año 1166 d. C. para instalarse en este enclave del norte de África. Su familia se dedicaba al comercio, “su padre era docto en jurisprudencia y letras”, apunta Liazid. Diez años más tarde nace el sabio Achcharri en la tierra que hoy recibe el nombre de Ceuta.
La trayectoria vital de este personaje coincide con la época rica en
conocimiento científico en la ciudad, según Liazid. “En Ceuta misma, en esa
fecha, llega un gran sabio de la tradición y ciencias islámicas llamada Ibn
Obaid Allah, un hombre de gran saber en todas las ciencias islámicas que realizó
una labor de enseñanza a gran nivel, lo cual hace de Ceuta un punto de mira del
aprendizaje y cursar estudios muy superiores de todas las regiones del mundo
islámico y llevaría a Ceuta a destacar como capital de ciencias y del saber,
como Alejandría, Damasco o Bagdad”, explica el imam, “a veces traspasando estas
fronteras”, apunta.
“En aquel entonces en cada rincón de Ceuta había una mezquita donde impartían
clases los más destacados sabios”, continúa Liazid. Según las fuentes históricas
recopiladas por el imam, Achcharri fue experto en hadit, fiqh y adab, e
impartió clases en muchas de ellas, compaginando esa labor con una obra única en
el Occidente islámico de entonces: la fundación de la primera madrasa
universitaria de la ciudad, ubicada al oeste de la ciudad en las cercanías de
las Murallas Reales según el arqueólogo Carlos Gonzalbes . “Disponía de un
internado, alojamiento para estudiantes, gastó una importante fortuna para
conseguir los mejores libros que por entonces comenzó a recopilar haciendo de
ellos una gran biblioteca en esta región del mundo islámico. También tenía su
correspondiente cementerio para él, su familia y los estudiantes que fallecieran
allí”, enumera Liazid.
Achcharri utilizó la herencia de su padre para poner en marcha esta empresa.
Disponía de delegados que le representaban en sus negocios en lugares como
Génova, Inglaterra o el mar Mediterráneo. Todas sus riquezas las invirtió en
obras sociales y benéficas dirigidas a los más necesitados y en la cultura. “Por
lo cual la gente de Ceuta, por unanimidad, deciden nombrarle gobernador de la
plaza marinera, cargo que rechaza al inclinarse hacia las ciencias. Pero esta
decisión le trajo un mal: ser desterrado de su ciudad natal por Abu Laabas Ahmed
El Yanachti”, Liazid denota en sus palabras cierto abatimiento por aquel
acontecimiento. Achcharri se marcha a Almería en el año 1246 d.C. donde se
dedica a la divulgación científica entre muchos estudiantes de las regiones de
la península hasta 1253 d.C., año en el que se trasladar a Málaga, con el deseo
de volver a Ceuta y ver a su familia. “Un encarcelamiento en libertad”, subraya
Liazid.
“Desgraciadamente, ese sueño nunca se convirtió en realidad porque Abu Lahsan
Achcharri fallece en Málaga el segundo del mes de Ramadán del año 1254 d.C.”,
concluye Liazid. A pesar de la imagen desdibujada que se conserva de este sabio
-incluso su madrasa ha quedado reducida a un recuerdo de un esplendor pasado-
hay quienes dan continuidad en esta plaza marinera a su legado: el cultivo del
saber.